El Obispo Trejo, la
importancia de un precursor
Fernando de Trejo y Sanabria nació en Mbiazá, un pueblo
costero paraguayo, ubicado hoy en tierras del sur de Brasil. Proveniente de una
familia de conquistadores y personajes que quedaron en la historia, nunca
hubiera imaginado que esa vocación que se despertó desde sus tempranos 14 años,
lo llevaría a ser el primer obispo nacido en tierras americanas.
Es así como en 1592 suplanta a Francisco Victoria en la
Provincia del Tucumán, la última del Virreynato del Perú, una de las más
difíciles y violentas que abarcaba lo que hoy representa el Noroeste Argentino
y parte de la actual Bolivia.
Se le destacaban a este sacerdote sus dotes de ‘letrado y
predicador de muy loable vida y costumbres’, y ya en su cargo promoverá una serie
de cambios y acciones que perdurarán por siglos como la protección a los
derechos de los aborígenes, expansión de la educación y atender a la formación
eclesiástica en toda su provincia.
Pero lo que se recuerda desde nuestra ciudad es el papel
destacado que cumplió en la creación de instituciones que darán forma a la
identidad de Córdoba: La Docta de la Universidad, la ciudad estudiantil con el
Colegio Máximo y; La Ciudad de las Campanas, con la llegada de otras órdenes
religiosas como Mercedarios y Predicadores, y la creación del primer monasterio
de clausura en estas tierras, el de Santa Catalina de Siena. La nueva ciudad le
abría las puertas a las vocaciones religiosas.
El Colegio Máximo, la Universidad de los Jesuitas, La llamada
“Casa de Trejo”, en honor a quien dicen fundador de la Universidad, ha tenido
más de una controversia con respecto a este reconocimiento. A saber, este Obispo
progresista para su tiempo, vio los problemas que acarreaban los Jesuitas a
poco de haberse instalado en Córdoba. Las denuncias de los padres iban hacia
los encomenderos, los vecinos acaudalados de la ciudad que, rompiendo las Leyes
de
Indias, maltrataban y robaban a nativos en tierras otorgadas
en merced.
Trejo apreciaba mucho la obra de la Compañía. Él convence a su
representante, Diego de Torres para devolver las cátedras enviadas a Chile años
antes y firmar el 16 de junio de 1613 la escritura a favor de la orden,
comprometiéndose a pagar $40000 y que de sus rentas se sacarán $2000 anuales
hasta que se complete la fundación de dicha institución.
Con esto ya se podrían pagar a los profesores de teología,
Filosofía y Latín. Nacía la insigne institución.
La actitud del Obispo no estuvo solo en la donación, sino que
su apoyo público a la
Compañía y el entusiasmo que impregnaba en la ciudad, cambió
la postura de los vecinos que comenzaron a aportar con sus limosnas. Pero la
salud del Obispo fue empeorando. A pesar del agotamiento y de acarrear dolencias
desde hacía años, el Obispo Trejo no quiso quedarse en Córdoba al cuidado de
los Jesuitas y marchó para Santiago del Estero, la sede del Obispado y Capital
del Tucumán para celebrar la navidad. Nunca llegó.
Fernando de Trejo y Sanabria muere un 24 de diciembre de 1614,
sus restos fueron traídos para que descansen en las criptas debajo de la
Iglesia de la Compañía de Jesús.
De la herencia prometida por Trejo, los Jesuitas nunca podrán
ver un centavo. Estos, igualmente agradecidos por el gesto, llevarán su nombre
a la par de otros grandes benefactores de la obra hoy considerada como
Patrimonio Cultural de la Humanidad declarada por la UNESCO.
Trejo, ¿fundador o
benefactor?
Ya la polémica se inició desde la nacionalización de la
Universidad. Pasaron artistas, decanos y hasta rectores que vieron infructuosos
sus esfuerzos por erigir un monumento por falta de fondos o diferencias entre
los mismos representantes de la UNC.
Finalmente, el 8 de diciembre de 1903, se inaugura la
escultura creada por Víctor de Pol, un prestigioso escultor nacido en Venecia
radicado en nuestra ciudad. Montaron una base de granito de las sierras y con
el tiempo se agregarán los bajorrelieves.
Los argumentos, documentación e interpretaciones siempre serán
variados. Están quienes consideran la donación como un acto fundacional y
quienes priorizan el verdadero esfuerzo de los padres de la Compañía por llevar
adelante la universidad casi sin apoyo ni dinero, viendo en el obispo a un
insigne mecenas de su obra.
Leonor de Tejeda y un
paso importante
Sus deseos venían desde hacía mucho tiempo, la devoción fue
adquirida de las tierras lejanas desde donde vino su padre, Tristán. Su marido,
el General Manuel Fonseca la intentaba animar dejando establecido que su
herencia quedaría para la construcción de una iglesia, sabiendo que por la edad
y su enfermedad, esto pasaría pronto.
La vida de Leonor, viuda y sin hijos, estará dedicada a la
contemplación. Solo faltaba el cómo, donde y cuando realizarlo. La presencia de
Trejo en la latente ciudad de Córdoba la convenció de pedir por su auxilio.
El obispo tenía una visión más práctica. Trataba de dar
soluciones a los requerimientos y facilidades a los sueños. Ya había facilitado
la llegada de dos órdenes religiosas de gran presencia en la ciudad como la de
los Mercedarios y Dominicos, pero la idea de Leonor fue una apertura a algo
nuevo, como la inclusión de la mujer en los asuntos católicos en estas tierras.
Trejo la animó para la fundación de un Monasterio de Clausura
femenino dedicado a Santa Catalina de Siena, a pocos días del nacimiento del
Colegio Máximo. Le dio todo su apoyo, incluso medió con los Jesuitas para que
crearan una regla, ya que la santa no la tenía. Se conformó un régimen mezcla
de Carmelita con Jesuita y así pudo celebrarse la fundación del primero de su
tipo en América. El inicio de una opción de vida contemplativa para las mujeres
y el desarrollo activo de una cultura católica representada hasta en nuestros
días.
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